lunes, 29 de enero de 2018

Guardián monstruoso

Guardián monstruoso  de pies cenizos
mi alma cautiva de tus entrañas
clama a tu colosal concepto
menos temor cuando me bañas
de sombras que guardan mi duelo.

Déjame reptar entre suculentas
bajo las ramas que espinas lucen
con el pecho quemado por las tintas
que ante la ponzoña escurren
sanando el grito de mis hijos idos.

Así oraba entonces.
Más perdido que la verdad ausente, de la memoria en la fila que tramita el olvido.
Nadie es más que yo y mi reemplazo este, ignora que asesiné al hombre sabio, cuando en mi ignorancia le ahogué.
Se terminaron los oficios y gasté el último folio. Lo lancé a la corriente en picada de una cascada de humor negro, que se petrificó atrapando en su interior el brillo pálido de una hoja, con mi nombre escrito al reverso. Esta sangre de una cortadita mortal, estos y esos brotes que mi cuerpo no toleró.
He matado a un hombre y mi huésped no ha descubierto quien soy.