martes, 5 de septiembre de 2017

Atrapado

Piensas que rebanando el humo que su paso deja, podrás observar cada cierre de obturación veloz y rapaz. Eres la criatura quieta y casi extinta que los ojos agudos reconocen sin nombrar.

Máquinas abastecidas de un conocimiento obsoleto te analizan; exploran cada perspectiva de tu voluptuosidad. Con esa ceguera de luz palpando la nada, te expandes sobre el iris quemando al fondo tu humanidad, para un libro vasto, repleto de historias imaginadas construyendo una realidad fácil de afrontar.

Entonces, al alzar la vista por sobre el humo, adviertes copias exactas de él, de ella, de ti, jugando a que saben, ignorantes de aquello que evitan preguntar.

Te descubres junto a todos llenando el espectáculo y colaborando ahí detrás, en el caudal de los sentidos que, sin sentido, el fotógrafo supone atrapar.

Iluso, compras y te vendes la idea con toda tu fe, de escapar un instante de la escena, al postrarte tras la lente, el as y la velocidad.



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