lunes, 4 de septiembre de 2017

El minúsculo gigante

Y aún se esconde, como quizá deba hacerlo por el resto de sus días. Esos rostros que quiso y que algún día le acunaron en su entorno, lo protegieron como a un gigante que intentó devorarlos; persisten y acuden a su clausura, de un fuego nunca suyo, de un sitio que se derrumba y del que pende, como un escalador que se aferra con la punta de los dedos, a una roca a punto de aplastarlo.
Se esconde de sus risas, de esas hermosas miradas de un poder sin igual en todo el mundo, de sus voces que estallan como furiosas olas en la cabeza del navio no deseado; del gigante que se hace minúsculo, de la peste, de la vilis, del humor negro y todo aquello que dolió y ahora la leve risa expone como idea intrascendente de un pseudo familiar ausente, para siempre, jamás.






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