martes, 28 de marzo de 2017

Psicóloga

Hay charlas incómodas como esta hoja de atrás,
como las ideas imprudentes que debieron callar,
como mocasines lustrosos asoleados del verano,
como las sandalias heladas en la navidad.

A veces parece que uno sólo debe encararlas,
escuchar y escuchar con mirada fija.
El problema emerge cuando se trata de sílabas,
enmudecido de una lengua torpe casi muerta.

Sin embargo, como por orgullo, lo intentas,
adentrado en el parloteo de gestos atravesados,
miradas que hurgan en verdades funerales
y estas manos aladas que caen sin comunicar.

Silencio incómodo.

Al final la carga se ha vuelto más pesada
y el intento queda en un fallo total,
cuando sabes que pagas por un par de oídos,
dispuestos, atentos, expertos en el arte de escuchar.




Foto por SaVáz

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