el mapa del mundo desplegado en la esfera vintage,
además del foco rojo parpadeante que "los doors" daban
ritmo con olor a aceite automotriz.
Un taller de imaginante que maseró ideas
y formó su bizarra cultura, dio a ese niño zurdo
la versión de un universo mejor,
que supo edificar con ambas manos.
Alejado del otro, aprendió a ser yo.
Ahora sólo deseaba encontrar a quien compartirle
la fortuna de serlo todo sin prudencia ni mesura.
Quizá ser nadie para el mundo,
pero jugar con él a dos manos,
consciente de que siempre hay alguien
con quien jugar a que el mundo no deje de moverse.
Mínima esperanza por SaVáz |
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